lunes, 12 de marzo de 2012

Remordimientos

Contexto
 
Remordimientos es una película sonora del director alemán de origen judío Ernst Lubitsch, considerado uno de los más grandes genios de la comedia americana (emigro a EEUU antes del ascenso del nazismo) y maestro de Billy Wilder. Es famosa la elegancia y sutileza con que rodaba y la capacidad que tenía para contar muchas cosas a través de detalles de gran ingenio, casi siempre sugiriendo, sin mostrarlos directamente (eso se conoce dentro de la historia del cine como el “Toque Lubitsch”). Esta película no es tan conocida como otras obras suyas (“Ser o no ser” o “El bazar de las sorpresas”), al ser una película rara en su obra, ya que es dramática. Está basada en una obra de teatro muy prestigiosa de carácter antibélico que transcurre en Alemania (aunque está rodada en Estados Unidos)

Historia

La película cuenta la historia de un joven músico francés que, en el transcurso de una batalla cuerpo a cuerpo en la 1ª Guerra Mundial, mata a un soldado alemán, descubriendo, por  una carta que el alemán estaba escribiendo a su novia, que también se trata de un joven músico y que tienen muchos puntos en común. Al terminar la guerra, el joven francés, atormentado por los remordimientos, viaja a Alemania para buscar a la madre del chico y pedirle perdón para expiar su culpa, encontrando a unos padres destrozados, con los que vive la que era novia de su hijo. Incapaz de confesar, acabará haciéndose pasar por un antiguo amigo de su hijo, anterior a la guerra, y, poco a poco, irá siendo aceptado y apreciado por la familia, que pasará de la desconfianza inicial (“Para mi todo francés es el asesino de mi hijo”, le dice el padre la primera vez que lo ve) al aprecio, mientras que el pueblo lo mirará con malos ojos al tratarse de un “enemigo”.

Qué es lo que me gusta

De alguna manera, el chico va ir ocupando paulatinamente el vacío dejado por el alemán que mató, mostrando como lo natural es que las personas se unan por sentimientos, afinidades o intereses comunes y lo artificial y peligroso de esas diferencias que tienen poco que ver con las personas (razas, fronteras) y que se fomentan para justificar las guerras. Al final, esos dos jóvenes músicos, uno francés y otro alemán, podrían ser la misma persona, ya que lo que los une es mucho más poderoso que lo que les ha hecho enfrentarse en el campo de batalla.

Lo que pasa finalmente no debe reventarse, pero es un peliculón con todas las letras y tiene uno de los mejores finales que he visto jamás. La interpretación del padre alemán que hace un actor clásico que se llama Lionel Barrymore es impresionante, la película es emocionante e inteligente sin ser sensiblera y lo que cuenta muy interesante y te lleva a plantearte muchísimas preguntas (además de darte cuenta de lo profundamente absurdo de las guerras):

•    ¿Es la verdad o la sinceridad un valor en sí mismo o puede relativizarse cuando están en juego los sentimientos de las personas, incluso estando la mentira en algunos casos justificada?
•    ¿Te hace una nacionalidad mejor persona? ¿Estás más cerca de alguien que tenga tus mismos intereses, valores, ideas o sentimientos o de alguien que haya nacido en tu mismo pueblo y con el que no compartas nada de eso?

Para terminar, pongo parte del discurso que echa el padre del joven alemán muerto cuando defiende al francés, del que se ha hecho ya amigo, de las críticas de sus colegas alemanes en el bar donde se reúnen.

Nadie de esta mesa va a enseñarme el significado de la muerte ni el significado del odio. He tenido más que suficiente de ambos. ¡Y los franceses también!

¿Quién mando a ese chico a matar alemanes? ¿Y quien mandó a mi hijo, y al suyo y a los dos suyos? ¿Quién les dio las balas y el gas y las bayonetas? ¡Nosotros, los padres! Aquí y al otro lado de la frontera. Ya somos demasiado viejos para luchar, pero no lo somos para odiar.

La responsabilidad es nuestra. Cuando miles de hijos ajenos fueron asesinados lo llamamos victoria y lo celebramos con cerveza. Y cuando miles de nuestros hijos fueron asesinados, ellos lo llamaron victoria, y lo celebraron con vino. ¡Los padres brindan por la muerte de los hijos!
 
En serio, si tenéis la oportunidad, hay que verla, porque es buenísima y una de esas películas que pueden hacerte replantear lo que piensas de algunas cosas importantes.

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